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Meng Hao miró a su alrededor con orgullo mientras el soldado terracota pisaba la cima de la montaña. Desde aquí, podía ver un enorme acantilado, en el que había tallada una media luna.
Los ojos de Meng Hao se abrieron de par en par cuando la misma imagen de una media luna apareció de repente en su mente.
No podía deshacerse del acantilado de piedra, tampoco podía duplicarlo o reproducirlo físicamente. Parecía que solo podía mirarlo. Dicho esto, una sola mirada grabaría completamente la imagen dentro de él. Sin embargo, Meng Hao también pudo notar que la imagen sólo duraría nueve días.
Nueve días después, la imagen de la media luna se desvanecería, y él sería incapaz de recordarla.
—¿Esta es la Luna Baja...? Así que supongo que tengo que observar las nueve montañas en nueve días ¿Ah? —Meng Hao sonrió. Para otros, esto habría sido difícil, pero para él, realizar tal tarea sería bastante simple.