La cara de Qian Duoduo cayó, y trastabilló varios pasos hacia atrás, su cara estaba pálida y sus ojos muy abiertos. Una intensa sensación de crisis mortal se apoderó de él.
—¿Qué fue exactamente lo que desaté? —dijo roncamente Qian Duoduo— ¡Estos no son malos pensamientos! Ya que los malos pensamientos formarían fuegos de retribución, un fuego que podría quemar a una persona en instantes ¡Destruirla en cuerpo y espíritu!
—Este... Este sentimiento, esta aura, incluso las llamas negras de venganza son incapaces de quemarla. Esta voluntad… ¡Es tan poderosa que es sofocante! —Mientras Qian Duoduo retrocedía, su corazón se llenó con un arrepentimiento increíble. Si se le hubiera dado otra oportunidad, nada podría haberlo convencido de desatar lo que acababa de desatar.
Tenía la sensación de que había abierto una compuerta, liberando a un horrible demonio.