Pasaron siete días. Ling Yunzi y los otros dos ancianos comenzaron a disminuir gradualmente su velocidad, y aparecieron miradas de concentración en sus rostros. Aunque habían hecho ese viaje en numerosas ocasiones, cada vez lo llevaban a cabo con máxima precaución. Esas eran las Ruinas de la Inmortalidad, no otro lugar al azar. Aunque no todos los caminos estaban llenos de peligro, todavía había muchas cosas impresionantes que podían llenarlos incluso con sentimiento de crisis mortal.
Un paso en falso, y podrían terminar enterrados en ese lugar. Además, se trataba de una prueba de fuego, así que si hubiera algún accidente, no serían los únicos que morirían; toda la gente dentro de sus mangas perecería con ellos.
Si eso sucediera, sería un duro golpe para toda la Novena Montaña y Mar.