Los miembros del Clan Ji miraron furiosamente a Meng Hao, sus ojos rebosantes de impulso asesino. Durante años nadie se había atrevido a atravesar la puerta del Clan Ji. Bueno... Excepto por cierto marido y mujer.
Ahora, Meng Hao era la tercera persona en hacerlo.
—¡Qué montón de mentiras! —dijo una voz entre los miembros del Clan Ji. Al mismo tiempo, estalló una oleada de energía, acompañada por tres miembros mayores del clan. Se movieron con una velocidad increíble, y se pusieron delante de Meng Hao en el espacio de una respiración. Sus bases de cultivo emanaban el poder impresionante de Búsqueda del Dao, e incluso cuando llegaron frente de su objetivo, resoplaron y lanzaron ataques.
Sabían que Meng Hao era extraordinario, por eso unieron sus fuerzas para atacar al mismo tiempo. Todo temblaba violentamente, incluso el sol y la luna. Apareció la ilusoria imagen de un altar que retumbó hacia Meng Hao, exudando una increíble presión.