En el mismo momento en que Meng Hao dejaba el segundo frente en el Dominio Sur, un hombre y una mujer estaban en una monolítica Torre Tang en las Tierras Orientales, tal y como habían estado allí todo ese tiempo.
Mirando hacia el Dominio del Sur.
—Pronto... Pronto se abrirá paso —dijo el hombre en voz baja.
—Una vez que lo haga, una vez que llegue a la Búsqueda del Dao, podremos ir a él. ¡Podremos decirle la verdad sobre todo! Antes de que llegue a la Búsqueda del Dao, no podemos interferir con su Karma. Tenemos que ser extremadamente cuidadosos incluso con las cosas tangencialmente relacionadas a él.
—Si ocurriese algún accidente, esta vida habrá sido un fracaso... Yo... No quiero verlo sufrir más —Mientras hablaba, un amor brillaba en sus ojos que parecía capaz de derretir hasta el hielo más frío.