Las nubes tormentosas se estaban acumulando.
Arriba de la Secta Destino Violeta, se formaron nubes oscuras en capas gruesas. Se veían destellos de relámpagos, acompañados por el estruendo de los truenos.
Pronto empezaría a llover a cántaros.
Cuando se trataba de clima como este, con lluvia o nieve, la mayoría de las sectas no hacían nada para protegerse de los elementos. En cambio, permitirían que la lluvia y la nieve cayeran sobre la secta misma. Creían que la lluvia y la nieve eran parte del Dao de los seres vivos y que al experimentar tal clima, la energía espiritual en la secta prosperaría.
Al impedir que la lluvia y la nieve entraran en la secta, ésta podría tener la apariencia de un paraíso inmortal pero, de hecho, perdería parte de su conexión con la naturaleza.