Cuando el Caldero del Relámpago en la mano de Meng Hao comenzó a resplandecer con luces brillantes y luego emitió un sonido retumbante, la cara de Sir Jian cayó y un mal presentimiento surgió en su corazón. Sin la menor vacilación, apretó su mano, planeando clavar sus dedos en la cabeza de Chen Fan, hiriéndolo para amenazar para Meng Hao.
Sin embargo, en el instante en que sus dedos comenzaron a moverse, un poder impresionante volvió a caer en su mano. Era como si lo que estaba exprimiendo no fuera carne y hueso, sino un hierro al rojo vivo. El golpe de esta fuerza le hizo sentir como si le clavaran agujas en la palma de su mano. Sir Jian estaba completamente conmocionado.
Al mismo tiempo, se sorprendió al ver que, en lugar de ver a Meng Hao como lo había hecho todo este tiempo, ahora estaba viendo a Chen Fan.
Su corazón golpeando, lentamente miró hacia abajo para ver su mano descansando sobre la cabeza de Meng Hao.