Meng Hao estaba en la carroza de guerra viendo como el décimo Patriarca del Clan Wang caía rápidamente hacia atrás. El impulso asesino parpadeó en sus ojos, y agitó una mano, haciendo que la espada de bronce del Inmortal de Han Shan apareciese repentinamente.
Las pupilas del décimo Patriarca del Clan Wang se estrecharon, y no hizo nada para esquivar o evadir. De hecho, un resplandor frío apareció en sus ojos, y rotó completamente su base de Cultivo, haciendo que su aura surgiese con un brillo centelleante. Las llamas de la Divinidad Naciente incluso comenzaron a quemar su cuerpo.
—Así que finalmente desenvainó la espada —pensó.
—Por lo que parece, sólo puede usarla una vez más. Usaré este clon para que gaste todo su poder. Cuando mate a mi clon ¡Entonces mi verdadero yo podrá teletransportarse aquí! —Un extraño brillo apareció en sus ojos.