Con una leve sonrisa, Meng Hao se detuvo y no se acercó.
El viejo frunció el ceño e intercambió una mirada con la joven. Luego concentró su fuerza en controlar a los objetos mágicos que tenía delante, y en hacer que el mar de llamas volviera a descender.
El caballito de mar rugió, y una luz azul se extendió desde su cuerpo. Parecía que lo estaba dando todo; la luz explotó en todas direcciones que convertía en hielo todo a su paso, incluso al mar de llamas. El sello de hielo causó que el anciano se llenara de asombro. Su perla se congeló por completo, después de lo cual saltó hacia atrás a toda velocidad. Agarró a la joven y luego se fue. Desafortunadamente, había sido herido, y la luz azul era demasiado rápida. Por el momento, parecía incapaz de escapar...
En la expresión del anciano se notaba el esfuerzo que realizaba, pero ésta sólo se vio por un instante. Miró a la joven, preparándose para arrojarla de nuevo a la luz azul para bloquear su paso.