Mientras la voz arcaica de la Montaña de Reencarnación resonaba, se llenó de rugidos. Mientras el humo negro se elevaba en el aire, una enorme y ardiente vara de incienso salió volando de la montaña. Se detuvo en medio del aire, rodeado de niebla.
El incienso ardía lentamente, emitiendo un humo que se mezclaba con la niebla que lo rodeaba para que pocos pudiesen distinguir entre ambos. Hacía imposible saber si la niebla estaba oculta dentro del humo, o si el humo daba lugar a ésta.
La voz arcaica resonó una vez más en el silencio:—Si no has dado una respuesta para cuando el incienso se apague, entonces el fuego de la Montaña de Reencarnación no cederá ni la mitad de un destello de luz.
Después de eso, todo quedó en silencio. Meng Hao estaba aturdido, mirando a la tercera montaña. Podía ver el humo negro y las densas llamas que salían de la boca del volcán. Hacía parecer que el mundo entero estaba hecho de estos elementos.