Meng Hao volvió a cerrar los ojos mientras flotaba allí. Una frialdad se derramó sobre él, hundiéndose en su interior, fusionándose con su Qi y su sangre, circulando a través de él. Podía sentir que su cuerpo natural se hacía más fuerte.
Parecía que había algo extraño en estas aguas, algún poder Celestial que podía usar la gentileza para que el cuerpo de carne se amoldara. No causaba dolor, pero las corrientes frías hicieron que el cuerpo de Meng Hao se tensara. Después de unas quince o veinte horas, hasta su alma mostraba signos de endurecimiento.
Fue en ese momento cuando Meng Hao, flotando allí en la sección central del estanque, abrió repentinamente los ojos. Sin dudarlo, salió disparado, saliendo de la superficie del agua para aparecer afuera. Su cuerpo temblaba, y neblina blanca flotaba desde su cuerpo. Se escucharon crujidos desde el suelo bajo sus pies mientras hielo comenzaba a extenderse en todas direcciones, con él en el centro.