Los ojos de Meng Hao se abrieron de golpe.
—¡Dame la semilla Muralla de Espina!
Una luz extraña brillaba en sus ojos, como si el mismo tiempo estuviera enterrado en su interior. Poco a poco, se convirtió en un poder indescriptible, como una especie de técnica mágica que lo hizo como si tan solo una mirada de él podría hacer que una persona nunca pueda olvidarlo.
El corazón de Hanxue Shan tembló. Ella había visto una mirada como esta antes, cuando el Patriarca de Separación del Espíritu había despertado una vez. Sus ojos habían contenido una profunda abstracción, como si contuvieran el Tiempo. Una sola mirada de él era algo que no podría olvidar durante incontables años.
Mientras su mente se tambaleaba, pareció perder cualquier habilidad para resistirlo. Sin pensarlo, extendió su mano y le entregó la reliquia sagrada de su Clan, la semilla Muralla de Espina.