—Estoy fascinado con el ilustre Dao de la alquimia del Gran Maestro Caldero de la Píldora —dijo el anciano con el sello en forma de luna en la frente—. Desafortunadamente, nunca tuve la suerte de poder viajar al Dominio del Sur para rendirle mis respetos.
Su expresión era sincera: obviamente, había oído hablar del Gran Maestro Caldero de la Píldora, pero no de los acontecimientos ocurridos en la Cueva del Renacimiento. El Cuarto Anciano sonrió y cortésmente dijo:
—Como un distinguido aprendiz del Gran Maestro Demonio de la Píldora, y Hermano Mayor del Gran Maestro Caldero de la Píldora, tu Dao de alquimia puede sacudir los Cielos y sacudir la Tierra. ¡Realmente te admiro, señor, de verdad! ¡Contigo aquí, Gran Maestro, Ciudad de Nieve Santa nunca caerá!