Todos y cada uno de los Cultivadores de la Secta Tamiz Negro en la enorme plaza observaron con emoción. Era como si rayos masivos hubieran golpeado sus corazones y mentes, y continuaran haciendo eco.
—¡La forja de los Cielos es lo que da luz a las transformaciones del sol y la luna!
Las palabras se hicieron eco, haciendo que todos jadeasen. La hermosa mujer miró a Meng Hao con los ojos muy abiertos. Junto a ella, el Patriarca Tamiz Negro estaba tan conmovido que cerró los ojos. Todo se puso en silencio.
La expresión de Chen Jiaxi cambió de inmediato. ¿Cómo pudo haber imaginado que Fang Mu podría hablar tan brutalmente? Sentía como si una cuchilla afilada hubiera perforado su corazón.
Zhou Dekun respiró profundamente y se quedó allí, temblando aunque no estaba emocionado. De hecho, hace unos momentos, pensó que Chen Jiaxi tenía razón. Pero al escuchar a Fang Mu hablar, supo lo que dijo era la verdad. Chen Jiaxi respiró profundamente y se compuso.
