—¿Puedes decir algo más que las palabras 'traición', 'herejía' y 'rebelión contra el Dao de la alquimia'?
Meng Hao se sentó allí con las piernas cruzadas, tan tranquilo como una brisa de primavera. Su expresión no había cambiado, él todavía tenía una sonrisa en su rostro. Pero sus palabras eran increíblemente agudas. Los aprendices alquimistas que los rodeaban observaban con expresiones de admiración. Zhou ardía de ira, y su mente estaba tambaleándose. Sus palabras comenzaron a volverse más venenosas.
—¡Eres un joven ignorante! Ni siquiera sabes lo que significa preparar píldoras. ¡Te sugiero que te largues de la Secta y vuelvas a chupar la teta de tu madre! Espera hasta…
Sus palabras hicieron que la sonrisa de Meng Hao desapareciera. La mirada fría en sus ojos se volvió helada.