Pronto, el anciano llevó a Meng Hao y a la joven a su destino. Era un valle de montaña muy grande, lleno de una variedad de edificios. A lo lejos, había áreas dedicadas al cultivo de plantas medicinales. Tan pronto como llegaron, Meng Hao pudo oler un fragante aroma flotando en el aire.
Había muchos jóvenes en el valle, todos vestían prendas cortas de color amarillo claro. Algunos estaban recogiendo plantas medicinales y otros estaban perdidos en sus pensamientos mientras estudiaban las hojas de jade. Algunos se sentaban bajo el sol de la tarde, mirando las plantas medicinales que tenían en sus manos. Las plantas se balanceaban hacia adelante y hacia atrás de una manera muy extraña. Después de aterrizar, el anciano se sacudió la manga y gritó:
—¡Bai Yunlai!