—Compañera Daoista Han, ¿qué quieres decir exactamente? —respondió Meng Hao, su expresión era la misma de siempre.
A pesar de su exterior tranquilo, su corazón temblaba. Se giró para mirar a Han Bei, y sus ojos se encontraron. Ella claramente lo estaba mirando de cerca, sintiéndolo. Si la expresión de Meng Hao cambiara lo más mínimo, Han Bei se habría dado cuenta. Eso, por supuesto, era la razón por la que se había movido tan cerca de él.
Han Bei era una intrigante, lo que Meng Hao había llegado a entender muy claramente en la Tierra Bendita de la Secta Tamiz Negro. De hecho, no había encontrado a nadie entre sus compañeros que pudiera acercarse a ella en términos de conspiración.
—Hermano Meng —dijo con una sonrisa encantadora—, no hay necesidad de hacer preguntas que ya conocen la respuesta. Hermana menor Xu era miembro de la Secta Confianza en el estado de Zhao, y tú también.
Junto con la ropa de hombre, su dulce tono la hacía aún más seductora.
