Las enredaderas de color rojo oscuro parecían haber sido infectadas por la furia de Meng Hao. Se volcaron salvajemente, creando un zumbido. El polvo se levantó del suelo como una niebla, oscureciendo la figura de Meng Hao.
Su túnica negra de escolar ahora parecía un poco descolorida. El cabello largo se movía a su alrededor, y la intención asesina, alimentada por su intensa ira, se elevaba al cielo. Esta aura asesina era lo opuesto a la disposición habitual de Meng Hao.
Venas de sangre llenaron sus ojos. Vio la impotencia de Xu Qing, su amargura, su pálida belleza, y luego la simple sonrisa que estalló en su rostro. Esa sonrisa se convirtió en el todo de Meng Hao.