Poco después, Meng Hao abandonó la torre, su cara triste y llena de disgusto. Al final, había sido estafado; terminaron aceptando un descuento del cincuenta por ciento.
Meng Hao siempre había sentido que llevaba una vida en la que engañaba a los demás. Rara vez resultaba estafado. Especialmente jamás imaginó que sería estafado por alguien aparentemente tan solemne, pero sin principios como La Santa Alma Solar. Todo el asunto lo dejó muy desesperado.
—No puedo creer que ese estafador me haya engañado como lo hizo... —suspiró Meng Hao. El aprendiz de la Santa Alma Solar lo llevó, no a la ciudad, sino a una villa privada cercana.
Ese fue el arreglo establecido por la Santa Alma Solar. Al permanecer en este distrito privado perteneciente a la Sociedad Alma Solar, el contacto con los forasteros podría mantenerse al mínimo, lo que haría mucho más fácil deshacerse de cualquier rastro de su presencia.
