En la Séptima Anima, el poder de Meng Hao no tenía precedentes. Su cuerpo era poderoso, temible e impresionante. Con hombros anchos y figura esbelta, medía casi tres metros de altura. Lo hacía parecer un Demonio Inmortal.
Una temible aura surgió de él, transformándose en un remolino invisible que lo sacudía todo. El Mar Violeta se agitó y el cielo se oscureció.
Las nubes de la Tribulación desaparecieron, habiendo dado a luz al relámpago de forma humana, que se disparó a través del aire hacia Meng Hao, quien lo miró, con su cabello suelto. Su aspecto parecía contener una fuerza de atracción que ningún ser vivo podía resistir. De repente pisó muy fuerte.
¡Boom!
Todo el Mar Violeta saltó cuando un enorme cráter de casi tres mil metros de ancho apareció. El agua salió en todas las direcciones cuando Meng Hao disparó.
