Meng Hao se sentía como un extraño en el Planeta Cielo Sur mientras miraba a su alrededor todas las vistas familiares. En su corazón, ese era su hogar, el lugar donde había crecido, y donde había aprendido sobre el cultivo. Ahí era donde había reído, desarrollado sus ideales y prosperado con su energía juvenil. Ese también era el sitio donde se había casado con Xu Qing.
La lluvia pasó, y un arco iris apareció arriba en el cielo del amanecer. Meng Hao fue a varios lugares de las vastas tierras del Este. Fue a las montañas donde se encontraba el templo del Antiguo Rito Daoísta Inmortal. Hacía mucho tiempo, había sido una zona de extremo peligro para él. Ahora, no había nada allí a lo que valiera la pena prestar atención.
Caminó a través de las montañas, por ese largo y estrecho sendero, y finalmente llegó al borde del cráter donde una vez estuvo el templo. Se quedó allí durante mucho tiempo, pensando.