Nie Li sentía como si hubiera estado inmerso en una tierra de sueños.
Había algo que no dejaba de llamarlo.
Era la voz de una muchacha, tan familiar a sus oídos.
¡Era su Maestra!
—Maestra, ¿dónde está? —gritó Nie Li. Durante esos últimos días había estado dando lo mejor de sí para aumentar su fuerza, no aflojaba ni por un momento. Sabía que si no alcanzaba la fuerza suficiente con rapidez, su Maestra caería en el complot de alguien de la Secta Plumas Divinas.
Aunque Long Yuyin había cambiado y ya no era una amenaza para su Maestra, todavía quedaban otros dentro de la secta que tenían malas intenciones.
Nie Li quería convertirse en el Maestro de la Secta para poder protegerla.