Sin saber lo que Nie Li pensaba, no dijeron nada más y continuaron avanzando.
En el cielo gris ceniza, bandadas de pájaros volaban ocasionalmente junto a ellos. Los gritos agudos añadieron un ambiente extraño a la noche. Sin embargo, estas aves eran solo del tamaño de una palma, en comparación con la gigantesca Bestia Demoníaca voladora, la diferencia era demasiado grande.
Du Ze, Lu Piao y el grupo lo siguieron, siendo extremadamente cuidadosos. Este lugar estaba lleno de peligros ocultos, no tenían más remedio que tener cuidado.
—¿Qué fue eso? —Du Ze frunció el ceño, apuntando hacia el lejano desierto.
Nie Li miró en la dirección que señalaba Du Ze. Vagamente podía ver, en el lejano desierto, un gigantesco monumento en pie.
Con una idea repentina, Nie Li dijo:
—Vamos a echar un vistazo.