Un escalofrío recorrió los ojos del Hijo Santo Li Huo mientras miraba al Hijo Santo Yan Yang.
—No quiero causar ningún problema hoy. Yan Yang, te dejaré que te lleves a tus hombres y te vayas. ¡De lo contrario, tú y tus hombres dejarán sus cadáveres aquí mismo!
Las cejas de Yan Yang se elevaron mientras su espíritu de lucha se alzaba.
—Hijo Santo Li Huo, puede que no sea tan fuerte, ¡pero los discípulos de la Secta Fuego del Cielo nunca temerán! Si eliges la paz, entonces la dejaremos ser. ¡Pero si quieres la guerra, los discípulos de la Secta Fuego del Cielo te acompañarán con gusto!
El Hijo Santo Li Huo resopló fríamente.
—¡Ah! ¡Veamos cuán capaz es tu Secta Fuego del Cielo!
Un aura majestuosa surgió hacia Yan Yang.
Yan Yang gruñó y su cuerpo se transformó rápidamente en una enorme Bestia Dragón de Cuernos Dorados. Su cuerpo entero estaba cubierto de escamas doradas que reflejaban una fuerza escalofriante.
