Caminaron por otros cientos de metros antes de llegar finalmente a un conjunto de escaleras y se dirigieron hacia arriba.
El trío ascendió lentamente el tramo de escaleras y entró a un majestuoso salón.
Este salón tenía varios cientos de metros de radio y era extremadamente espacioso sin un solo pilar de piedra a la vista. En el otro extremo de la sala, había un misterioso mural que mostraba una feroz bestia demoníaca y un humano sin camisa en un intenso combate. Detrás de ellos, había un vasto cielo estrellado donde un par de ojos observaban todo con calma.
Nie Li se quedó mirando el cuadro. No era la bestia demoníaca o el humano lo que llamaba su atención; eran los ojos en el cielo estrellado. Una existencia semejante al rey de los dioses.
A pesar de que solo era un mural, Nie Li sentía una presión masiva sobre él, y era tan pesada que casi dejó de respirar.
Aunque solo era un par de ojos, Nie Li sabía que pertenecían al Emperador Sabio.
