El trío ingresó en la sala lateral y fue recibido por la vista de una gran sala, de cientos de metros de radio, sostenida por altísimos pilares de piedra de varios metros de altura.
Todo, desde el suelo hasta los pilares y las paredes, estaba lleno de misteriosos patrones de inscripción.
Los diseños se tejían sobre todas las superficies y llenaban todas las grietas y hendiduras posibles.
Docenas de cofres, forjados en oro puro, estaban esparcidos por toda la sala.
Cada uno estaba bien cerrado, escondiendo su contenido de los curiosos.
En la tapa de cada cofre había una perla resplandeciente, magnífica y deslumbrante a los ojos.
Sin dudas, uno podría decir que el contenido del cofre no era ordinario tan solo con mirar la artesanía del cofre.
Los ojos de Wu Yazi brillaron con codicia cuando vio los cofres, quería inmediatamente correr hacia ellos y abrirlos.
Nie Li extendió una mano para detener a Wu Yazi.
—¿Quieres morir?