Nie Li se aferró con fuerza a la Espada de Meteorito del Dios del Trueno. Cuando vio lo adolorido que parecía Ye Zong, sintió un dolor agudo en su corazón. Con su fuerza actual, tenía la capacidad de entablar una batalla con el Señor Demonio, sin embargo, matarlo no dejaba de ser una tarea difícil.
Después de pasar tanto con él, Nie Li consideraba a Ye Zong como un segundo padre.
Ye Zong soportaba el dolor. Aunque uno de sus brazos había sido arrancado y estaba siendo estrangulado, no perdía su aire de orgullo pertinaz.
Ye Zong dijo con solemnidad:
—Nie Li, no te preocupes por mí. ¡Usa toda tu fuerza para matarlo! ¡Aunque termine en el infierno, me iré feliz!
Su mirada se apartó de Ye Ziyun. Había pasado toda su vida protegiendo a Ciudad de Gloria, y seguiría haciéndolo hasta su último aliento. Lo único que lamentaría sería dejar a Ye Ziyun.