—Está bien. ¡Esperaré a que comience la reunión y le daré una lección a esta basura!
Li Qing inspiró profundamente y luego sus ojos se entrecerraron con un destello helado.
¿Basura?
En la comisura de la boca de Duan Ling Tian se dibujó una sonrisa.
¿Este Li Qing de veras creía que había aceptado la derrota por haberle temido?
Fue porque el Patriarca Li Ao se había entrometido esa vez.
De lo contrario, era imposible que se diera por vencido.
Esta vez, ¡nadie lo detendría!
—Vamos a sentarnos por allí.
Luego de mirar a Li Qing con disgusto, Li Fei parecía intentar evitar a todos al colgarse de la mano de Duan Ling Tian mientras caminaban a la pérgola vacía más cercana.
Se sentó bien pegada a Duan Ling Tian.
Al ver esta imagen, los ojos de Li Qing parecían a punto de estallar de bronca.
Duan Ling Tian.
¡Hoy con certeza morirás!
Li Qing juró para sus adentros que Duan Ling Tian encontraría la muerte.