Cuando Duan Ling Tian recuperó sus sentidos nuevamente, advirtió que todos los bandidos que quedaban habían sido abatidos.
Solo uno permanecía allí con su último aliento de vida, pero era evidente que no sobreviviría mucho más.
—Se... Señor, ¡sálveme! —el bandido con mucha dificultad le rogó por su vida a Duan Ling Tian.
Duan Ling Tian lo miró con indiferencia y le preguntó:
—¿Sabes dónde están los demás Líderes de tu grupo de bandidos?
—Yo... No lo sé —el bandido sacudió su cabeza con dificultad. Aunque consumiera una píldora medicinal curativa, igual estaba con su último aliento. Había sufrido heridas severas y las píldoras medicinales curativas de bajo grado que tenía no le harían ningún efecto.
—Pequeña Dorada —Duan Ling Tian no reparó en el bandido y despertó a la ratoncita dorada.
—Hiic, hiic —una vez que la ratoncita dorada despertó, chilló sorprendida al ver el estado trágico en que se encontraba la quebrada.