Una mañana transcurrió silenciosa. Era casi el mediodía y todo prácticamente se reducía a Xiao Lan haciendo preguntas y Duan Ling Tian contestándolas.
—Xiao Lan —al final, Duan Ling Tian apretó sus dientes y estaba listo para ir al grano.
—¿Hmm? —un atisbo de rubor tiño el rostro bello de Xiao Lan al oír que Duan Ling Tian le hablaba y sus ojos bellos y tiernos como el agua tenían cierto brillo.
—Indudablemente eres muy excepcional... Pero, yo... —Duan Ling Tian miró a Xiao Lan y dudaba en hablar. La delicada figura de Xiao Lan tembló y preguntó con voz tenue—. ¿Es por Ke Er y Li Fei? —Duan Ling Tian asintió tibiamente.
—Si no las tuvieras a ellas, tú... —al decir esto, la respiración de Xiao Lan se aceleró.
—Estaría contigo —Duan Ling Tian no lo ocultó y lo dijo.