—Hiic, hiic —la pequeña ratoncita dorada oyó las palabras de la hermosa mujer y estiró una garra para señalar hacia la habitación en la distancia, con ojos llenos de furia.
Había destellos de luz en los ojos bellos de la mujer hermosa al ver esto y sonrió ligeramente, como si hubiera comprendido la situación.
Duan Ling Tian y Ke Er por fin tenían tiempo a solas luego de mucho tiempo y permanecieron juntos hasta altas horas de la noche antes de salir de la habitación.
Cuando salieron, llegaron al pabellón y de inmediato, se encontraron con la mujer hermosa que estaba bromeando con la pequeña ratoncita dorada...
—Maestro —Ke Er hizo una reverencia respetuosa y su rostro se sonrojó tiernamente.
—Maestra de Pico —Duan Ling Tian también la saludó. Permaneció inmutable y le guiñó un ojo a Ke Er, por lo que ella se sintió tan avergonzada que lo único que deseaba era que la tierra la tragara.