Xia Dou bufó con frialdad al oír a Duan Ling Tian y luego dijo con rostro desconcertado:
—No me importa por qué has matado a mi hijo... Solo sé que no importa quién lo haya hecho, si alguien mata a un hijo mío, ¡debe estar preparado para pagarlo con sangre! Incluso si el hijo de Dios matara a mi hijo... Yo, Xia Dou, ¡lo haría pedazos!
—¿Aunque haya sido tu hijo el que se hubiera equivocado, aunque fuera tu hijo quien primero despertó su instinto asesino....? ¿No te importa? ¿No crees que es porque no has educado bien a tu hijo? —Duan Ling Tian miró a Xia Dou con una mirada aún más fría.
—¡Sí! —los ojos de Xia Dou brillaron con frialdad mientras dijo con furia—: Aunque mi hijo cometa todo tipo de crímenes, nadie puede tocarlo... Solo porque es el hijo de Xia Dou, ¡el hijo del Vicepresidente de la Compañía Exportadora Magnolia de Jade!
