¡Cobarde!
Al tratarse del Discípulo Personal del mismísimo Maestro del Pico Merak, ¿cómo iba Hu Xue Feng, que siempre había sido tan arrogante, admitir que era un cobarde?
Sin embago, ahora que notaba la fuerte confianza que tenía Duan Ling Tian en sí mismo, no se atrevió a aceptar la batalla. Todo lo que podía hacer era permanecer en silencio.
Naturalmente, notó las miradas de quienes lo rodeaban: eran como sables y lo hacían llenar de vergüenza. Su corazón estaba lleno de humillación y resentimiento.
—¡Duan Ling Tian!
En ese momento, el resentimiento que Hu Xue Feng tenía hacia Duan Ling Tian era casi tan grande que era incapaz de seguir creciendo. Si le dieran la oportunidad, mataría a Duan Ling Tian sin un ápice de vacilación e incluso quemaría sus huesos y esparciría sus cenizas.