Desde el día en que las dos pitones se fueron y después de que Duan Ling Tian regresó, no hizo más que cultivar en la cueva de estalactitas todo el tiempo, sin moverse de la cima del Pico Megrez...
Por supuesto, porque le preocupaba que las dos pequeñas regresaran y él no estuviera allí.
Por suerte, había comprado bastante carne en el Salón de Comercio el otro día, así que tenía suficiente para comer un par de meses.
El tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos.
En un parpadeo, habían pasado ya dos meses.
Sobre la plataforma de piedra en la cueva de estalactitas.
Duan Ling Tian estaba sentado de piernas cruzadas, cultivándose con serenidad en su interior...
Luego de cierto tiempo.
De repente, Duan Ling Tian abrió sus ojos y un lustre enceguecedor apareció en sus ojos, como estrellas fugaces.