Duan Ling Tian advirtió que por detrás de la pared por donde salía el tronco del árbol inclinado, había cierta humedad que se extendía unos dos a tres metros alrededor. Esto era totalmente diferente de todo el resto del acantilado.
Además, esta parte del acantilado tenía un color ligeramente más oscuro que el resto.
Si uno no lo miraba con detenimiento, no lo notaría.
—Fsss, fsss —el sonido de las dos pitones que parecía llamar a Duan Ling Tian para invitarlo a entrar, se oía desde el otro lado de la montaña y atravesaba los dos pequeños orificios.
—¿Ustedes dos pequeñas no pretenderán que yo haga lo mismo y entre rompiendo la pared, no? —en las comisuras de la boca de Duan Ling Tian se dibujó una sonrisa amarga. Bajó la mirada para ver el abismo infinito debajo del árbol inclinado y un frío surgió en su corazón.
¡Pum!