Una ciudad pequeña y de estilo antiguo parecía transformarse en un dibujo apacible bajo la luz del sol poniente, trayendo la calma a la mente de cualquiera con solo mirarla.
Un carruaje tirado por cinco caballos ingresó a la pequeña ciudad y causó gran conmoción...
—¡Dios mío! ¡Qué carruaje tan grande!
—Me pregunto de dónde viene semejante persona.
Los residentes del pueblo pequeño nunca habían visto un carruaje tan extravagante, así que se pararon a mirar.
El cochero del carruaje, un hombre de mediana edad, giró su cabeza hacia el carruaje y dijo:
—Mi amo, hemos entrado a la ciudad.
Una voz semidormida se oyó desde adentro del carruaje, como si recién se despertara.
—Está bien, ve a buscar una posada donde quedarte y partiremos de esta ciudad mañana al amanecer.
—Sí.
El hombre que conducía el carruaje asintió con la cabeza con sumo respeto.
