—Duan Ling Tian, ¿qué opinas?
El Capitán Yang Da miró a Duan Ling Tian en busca de su opinión.
Después de todo, la apuesta era algo que Duan Ling Tian había comenzado.
—Duan Ling Tian, más vale que no digas que no te atreves.
Yu Xiang entrecerró sus ojos mientras prevenía que Duan Ling Tian se echara atrás.
—Capitán, Señor, no tengo objeciones. Tal como dijo Yu Xiang, por favor sea testigo de esta apuesta.
Duan Ling Tian asintió con la cabeza mientras una sonrisa se escondía en su rostro.
Este Yu Xiang era una persona tan considerada...
Las pupilas de Yu Xiang se contrajeron. No esperaba que Duan Ling Tian estuviera dispuesto a aceptar tan fácilmente.
—Duan Ling Tian, ¿tú no habrás escondido un encendedor, no? Si es así, esta apuesta no tendrá sentido —advirtió Yu Xiang a Duan Ling Tian y mirándolo en alerta.
—No te preocupes, si utilizo un encendedor, podrás considerar que he perdido.
Duan Ling Tian sonrió.