—¿Firmar un contrato de alma otra vez?
Yi Yun se rió, y agitó la cabeza.
—¿Qué quieres decir? ¿No planeas firmarlo?
Junto al Patriarca Shentu, la Abuela Fuego Li bebió lentamente su té y le lanzó a Yi Yun una mirada que decía mucho.
Él no se preocupó por esa anciana, y dijo en un tono muy relajado: —Firmar un contrato de alma para que no los ataque nunca… Ese es el verdadero objetivo de este Consorcio de Ancianos. ¿Por qué no fue al grano más rápido? ¿Era necesario andar con rodeos? Si esto es un trato, debería haber algún beneficio mutuo. ¿Qué beneficio obtendré si acepto firmar ese contrato que me limita?
—Esto no es un trato. —respondió la Abuela Fuego Li con frialdad—. Te estamos dejando unirte al Consorcio de Ancianos de Tian Yuan, y al hacerlo, tendrás que cumplir con las reglas. Tú y Lin Xintong obtendrán dos asientos. ¿Sabes cuántas facciones importantes pagarían por tenerlos? ¡El único que no está dispuesto a unirse y nos insulta eres tú!