Yi Yun miró impotente mientras la mano de Shentu Nantian la alcanzaba. Su movimiento no fue rápido, él no necesitaba ser rápido para destruir la mente de un mortal.
«¡No!» gritó Yi Yun en su corazón. Enterró sus manos en lo más profundo de los escombros mientras sus ojos casi sangraban, no tenía ninguna forma de intervenir para cambiar lo que estaba sucediendo.
En ese momento, el cuerpo de Yi Yun estaba sumido en un dolor total. Su energía todavía estaba siendo bloqueada por Shentu Nantian por lo que no podía usar su Yuan Qi. E incluso si pudiera usarlo, contra Shentu Nantian su fuerza era insignificante. No tenía ninguna duda de que, si volvía a desafiar su autoridad, no solo no sería capaz de salvar a Jiang Xiaorou, sino que también acabaría muriendo junto con ella.
En ese momento, Yi Yun sintió profundamente lo pequeña que era su existencia.
Debido a su debilidad, podría ser amasado por otros en la forma que estos quisieran.