Los humanos reunidos en las montañas remotas eran una fuerza a tener en cuenta. Si pudieran ayudar a la raza desolada, entonces podría haber una pequeña posibilidad de que se resistieran al Dios Demonio de armadura negra, y dieran vuelta las cosas.
Para un grupo de débiles, enfrentarse a alguien tan poderoso era análogo a un rebaño de ovejas resistiéndose a un tigre. En circunstancias normales, sin importar cuántas ovejas lucharan, todas terminarían muertas. La diferencia entre ambos era insuperable. No era algo que pudieran compensar con su superioridad numérica.
Los humanos y la raza desolada se encontraban en una situación similar contra el Dios Demonio.
Si ese choque directo entre un rebaño de ovejas y un tigre ocurría, ¡estaban destinados a perder!
Lo único que podría achicar la brecha entre ellos era reunir el poder de todos los débiles, ¡y eso podía hacerse con una matriz de formación!