En la espeluznante y sombría Tumba del Alma, la neblina gris perduraba. Había rocas dentadas por todas partes, así como huesos esparcidos por encima y alrededor de las rocas. En un lugar así, se encontraba una bella figura. La niebla gris a su alrededor se disipaba naturalmente, sin contaminarla en lo más mínimo. Su ropa era blanca como la nieve, y contrastaba con ese mundo gris.
Estaba allí, en la oscura Tumba del Alma, esperando la llegada de Yi Yun con una ligera sonrisa en su cara.
—Xintong…
Al encontrarse de nuevo con Lin Xintong, Yi Yun sintió emociones encontradas. No esperaba que se reencontraran en una tumba llena de Qi Yin.
Los dos tenían amuletos de transmisión de voz con ellos, así que a pesar de que la Tumba del Alma era como un laberinto, pudieron localizarse con precisión.