Los genios presentes no reaccionaron ante el hombre enmascarado. La ley de la selva era un principio extremadamente común en el mundo marcial. Para entrenar artes marciales los guerreros tenían que competir entre sí, y era muy normal que los débiles sirvieran de presa a los fuertes.
Eso también se adaptaba a las intenciones de los genios. ¡Todos querían ser el más fuerte!
—Mientras cultiven en la Unión del Camino Celestial habrá momentos en que sus vidas estarán en juego. ¡Si tienen miedo, pueden renunciar ahora!
Después de que el enmascarado dijo eso, escudriñó a los genios presentes.
—¿Nadie quiere renunciar? ¡Muy bien! Entonces, déjenme felicitarlos por convertirse en los nuevos miembros de la Unión del Camino Celestial.
Cuando terminó de hablar, se dio vuelta y añadió: —Síganme.
El caminar del hombre enmascarado no era ni rápido ni lento, pero con solo unos pocos pasos cubría una gran distancia.