Ah Yu y Ah Niu experimentaron un duro despertar. La joven dijo con voz temblorosa: —Estas… ¿son para nosotros?
Esa fortuna era tan grande que su mente se había quedado en blanco.
Para los guerreros pobres, esa cantidad de riqueza era ridícula. Con eso, sus vidas como hermanos serían completamente diferentes. Ah Niu podría disfrutar de los mismos beneficios que los descendientes de clanes familiares grandes, como poder nutrir su cuerpo y cultivar buenas técnicas de cultivo sin que le quedaran heridas ocultas.
Cuando Ah Niu se convirtiera en alguien poderoso, ambos podrían llevar una buena vida. No tendrían miedo de que los acosaran de nuevo.
Sin embargo…
—Hermana… No podemos… aceptar estas reliquias… —musitó Ah Niu con gran dificultad, y se mordió los labios.