Las caras de las siete figuras con mantos estaban ocultas. Solo se podían ver vagamente varios pares de ojos rojos brillantes. Sus miradas eran frías e indiferentes, y estaban parados como estatuas.
Solo por su aura, el Señor Yang Azul supo que no eran de ese mundo. Estaba seguro de que habían salido del hechizo antiguo.
Aunque el ojo antiguo había roto el hechizo, parecía que había terminado gastando demasiada energía, lo que hizo que entrara en un sueño profundo. Por otro lado, esas siete personas no eran humanas. Eran los guardianes del demonio malvado, y se llamaban Discípulos del Demonio.
La razón por la cual se acercaron al Señor Yang Azul fue para hacerlo uno de ellos; para convertirlo en el octavo Discípulo del Demonio, y en un discípulo de la raza humana.
Le prometieron muchas cosas, pero todas esas promesas sonaron extremadamente vacías a sus oídos.