La hoja cortó su carne y el dolor resultante fue insoportable. Sin embargo, estaba lejos del dolor que Jian Qingyang sentía en el fondo de su corazón.
En ese momento, sintió que su mundo se había destruido completamente. Su orgullo, su vida desenfrenada y su futuro marcial infinitamente glorioso habían desaparecido.
¡Todo se hizo pedazos con ese ataque!
Siempre fue enérgico, y nunca sintió tristeza, pero ahora, el rabillo de sus ojos se quebró como si su alma estuviese dejando su caparazón mortal lentamente.
Agarró con fuerza la espada mientras su palma sangraba profusamente por el corte.
—¿Por qué…? Dime por qué… —continuó repitiendo sus palabras.
La mujer vestida de blanco lo miró, y sus labios se movieron un poco, como si tuviera algo que decir, pero al final, lo único que hizo fue suspirar.
Entonces, sacó la espada por completo, lo que resultó en un chorro de sangre.