—Solo un poco de dolor físico… —repitió el Anciano al frente y miró con detenimiento a Shentu Nantian—. Nantian… Tu espíritu puede haber sido demasiado abundante, así que este traspié tal vez no sea tan malo para ti.
El Anciano solo podía consolarlo. Shentu Nantian apretó sus puños fuertemente, y sus uñas casi perforaron su carne. Sin embargo, solo pudo decir: —Entiendo.
No podía contarle lo que había experimentado en el calabozo. Si alguien lo supiese, no conseguiría nada más que perder su prestigio.
Además, las personas que ojeaban su posición sabrían que sus meridianos estaban heridos. Si sabían que su potencial futuro se vería afectado, sus ambiciones aumentarían.
Esa sensación de humildad le hizo sentir a Shentu Nantian como si sus intestinos formaran un nudo. ¡Solo podía sufrir en silencio!