Mientras Han Sen disfrutaba del gozo, Pequeño Angel le entregó la Genoesencia de Vida. La aceptó y luego devolvió a Pequeño Ángel y al Caballero Desleal.
—No está mal; ¡tengo otra alma de bestia! —Han Sen sonrió mientras le decía a Qin Xuan.
Qin Xuan lo miró con confusión en vez de con alegría. Pensó que era una criatura de sangre sagrada, pero al ver la Genoesencia de Vida, le había dado un choque paralizante que acababa de matar a una súper criatura con facilidad. Era increíble.
Los humanos podían recolectar súper genopuntos, pero aun así tendrían que luchar duro y pelear en el Santuario del Segundo Dios si querían obtenerlos.
En el Tercer Santuario de Dios, matar a una súper criatura era algo inaudito. Sin embargo, Han Sen acababa de limpiar el suelo con una. Fue entonces cuando se dio cuenta de que la montura sobre la que cabalgaba debía ser también una súper criatura, para que iniciara una batalla con uno tan intrépido.