Yi Dongmu miró al ángel mientras esta devoraba al triceratops, anonadado. Le era muy difícil imaginarse que aquel ángel que se veía como una niña pequeña, pudiera consumir más de la mitad del triceratops en un periodo muy corto de tiempo. Tampoco parecía detenerse.
Se volteó y miró a Han Sen, viendo que este estaba comiendo las sobras de su barbacoa. La expresión de Yi Dongmu se volvió aún más afligida.
Siendo el hijo de un senador, había visto muchas cosas. Sin embargo, nunca había visto nadie como Han Sen, quien alimentaba toda su carne de sangre sagrada a su mascota de sangre sagrada humanoide desde que entró al Segundo Santuario de Dios.
Los recursos en el campo de hielo eran extremadamente limitados. Aunque esta criatura era grande en tamaño, era de sangre sagrada de igual manera. Dársela a una mascota le provocaba vergüenza ajena a Yi Dongmu.