Sólo alguien con carisma podía ser un general. Un soldado sin capacidad de hacer que sus camaradas confíen en él podía ser un buen soldado, pero nunca podría liderar.
Obviamente, Han Sen contaba con carisma. Sólo que nunca había tenido una chance de utilizarlo apropiadamente.
Sudando profusamente y quemando sus músculos, Han Sen sintió que era una bestia ardiente, derrochando su naturaleza salvaje y apresurándose a la meta.
Muchos soldados apretaron sus puños y miraron a Han Sen, como si estuvieran en el dispositivo con él. Cuando Han Sen finalmente llegó al final, todos se sintieron aliviados e increíblemente satisfechos.
Los aplausos sonaban como truenos.
—Jefe, el soldado de cocina Han Sen terminó la prueba. Espero tus instrucciones —dijo Han Sen, saludando al oficial que juzgaba la prueba. Mientras movió su brazo, cayó sudor, reflejando luz del sol y la energía vital de la juventud.