—Estos gusanos no son míos. Si lo fueran, tendrían mi olor. Mi olor sería recogido por el Rey Serpiente y el anciano seguramente descubriría que soy yo el que está detrás de esto —dijo fríamente el Espíritu Doce.
—¿Entonces cómo hiciste que los bichos los atacaran? —Espíritu Trece preguntó, con mucho asombro.
—No fue difícil. Hice que un insecto rociara las puertas de su refugio con una feromona floral. A los gusanos les encanta más que nada y los atrajo al refugio desde muy lejos —explicó Espíritu Doce.
—Padre, eres el Espíritu Oscuro más inteligente —le felicitó el Espíritu Trece.
Mientras se hablaban, los gusanos estaban casi todos dentro del Refugio de la Máscara.